LA COMUNIÓN DE LOS SANTOS, de Eduardo Espósito
No quedó un niño en el pueblo que no fuera mordido, San Roque se había rebelado. Pero esto fue sólo el comienzo.
Al día siguiente, dos viejos amanecieron ciegos ante la apatía de Lucía, la santa. La alarma creció aún más, cuando un rayo arrojado por Santa Bárbara derribó la campana del convento franciscano.
Allí reaccionaron los popes. Se habló de descanonizar a los rebeldes, o de declararlos del bando de ya sabemos Quien. No obstante después de algunos artilugios teológicos, se dejaron las cosas como estaban.
Al fin y al cabo, también los santos tenían derecho a reclamar un aumento en la ofrenda dominical.
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Natalia -
Marta -
María Laura -
Voy por más...
Ricardo Rubio -