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Elogio de la brevedad

Eduardo Espósito

EL HUEQUITO, de Eduardo Espósito

EL HUEQUITO, de Eduardo Espósito
 
Se miraron sorprendidos.
El diálogo visual que mantuvieron, más el mutuo encogimiento de sus hombros, fue suficiente para ambos.
-Vino fallado -dijo Él.
-Yo no tengo la culpa –dijo Ella.
Pero ahí estaba: colorado, berreante y con ese dichoso agujerito en mitad de la panza.
-¿Y si se lo tapamos con una piedrita?
Ella frunció el ceño.
-¿Y si respira por ahí?
-¿Y si…?
Un mono chilló en los abedules.
Caín lloró y Eva acercó un pecho.
Aún temía que la leche se escapara, por el huequito recién cicatrizado.

LA COMUNIÓN DE LOS SANTOS, de Eduardo Espósito

   No quedó un niño en el pueblo que no fuera mordido, San Roque se había rebelado. Pero esto fue sólo el comienzo.

   Al día siguiente, dos viejos amanecieron ciegos ante la apatía de Lucía, la santa. La alarma creció aún más, cuando un rayo arrojado por Santa Bárbara derribó la campana del convento franciscano.

   Allí reaccionaron los popes. Se habló de descanonizar a los rebeldes, o de declararlos del bando de ya sabemos Quien. No obstante después de algunos artilugios teológicos, se dejaron las cosas como estaban.

   Al fin y al cabo, también los santos tenían derecho a reclamar un aumento en la ofrenda dominical.